Fotografía como forma de representación
Si existe una forma de representación por excelencia, esta es la fotografía (vídeo incluido). En palabras de Sarah Lewis, profesora de historia del arte en Harvard:
“La fotografía no es solo un sistema de calibración de luz, sino una tecnología de decisiones subjetivas.”
En este artículo en The New York Times, Lewis cuenta, a partir de una anécdota personal, cómo una lente fotográfica puede ser racista: cuando se empezó a desarrollar la tecnología del film en color, en la década de 1940, los técnicos de laboratorio usaban la llamada “Shirley card”, el retrato de una mujer blanca como medida para calibrar el color.
El resto de pieles que se salían de esta medida eran “equivocadas”. No fue hasta 1990 que Kodak empezó a sustituir la Shirley card por otra que incluía una modelo negra y otra asiática junto a la blanca. El motivo del cambio, sin embargo, no fue la discriminación cromática de la población no blanca, sino las quejas de los fabricantes de chocolate y muebles, que veían como sus productos no quedaban bien reflejados en las fotografías.
¿Racismo en la fotografía?
Si la definición del color ya supone un problema, no cuesta imaginar que este es uno de los menores. Ya en el siglo XIX, el escritor y activista Frederick Douglass -él mismo nacido esclavo e incansable luchador por la abolición de esta lacra- se dio cuenta hasta qué punto la cámara era clave para construir una justicia representacional y, entre otros objetivos, se esforzó en convertirse en el estadounidense más fotografiado del siglo XIX.
Ya en el siglo XX, otro activista y escritor afroamericano, Malcolm X, fue consciente del poder de la imagen a la hora de denunciar los abusos que sufría la población negra y la usó con astucia para convertir en visible una cuestión que hasta el momento era tranquilamente obviada por la mayoría social.
Es mítica la imagen de Malcolm X en el palacio de justicia de Los Ángeles sosteniendo una inmensa fotografía del cuerpo de Ronald Stokes, activista negro asesinado por policías que trataron de presentar su muerte como consecuencia de reyertas internas.
Los fotógrafos que presenciaron agresiones brutales crearon una nueva conciencia visual para el público estadounidense, estableciendo un lenguaje visual testimonio de su experiencia individual y colectiva. Cuando Malcolm X acuñó su famosa advertencia sobre los medios de comunicación –que nos harán “amar al opresor y odiar al oprimido”- se refería, entre otras cosas, a esta “tecnología de decisiones subjetivas” que es la fotografía.
Evolución del racismo
Han pasado ya 35 años desde el asesinato de Malcolm X y algunas cosas siguen más o menos igual, pero otras han cambiado enormemente. La presencia de la cultura y el arte afroamericano se ha normalizado en los grandes medios de comunicación e incluso se ha globalizado.
En otras áreas aún queda mucho por hacer a pesar de iniciativas potentes e interesantes como el portal interactivo del The New York Times, editado el año pasado en motivo del 400 aniversario de la llegada del primer barco esclavista en EEUU, con una visión panorámica de la historia de la esclavitud y sus consecuencias en la sociedad actual, desde la organización del tráfico en Atlanta hasta la inexistencia de una sanidad universal, pasando, obviamente, por la representación de la imagen de la esclavitud y la población negra.
The Birmingham Project
En este sentido, por poner un ejemplo de los múltiples proyectos que pretenden recuperar la memoria histórica silenciada, cabría destacar el magnífico proyecto de Dawoud Bey “The Birmingham Project”. Su serie de dípticos a gran escala entrelaza el presente con el atentado mortal de los supremacistas blancos de la Iglesia Bautista de la calle 16 en Birmingham, Alabama, el 15 de septiembre de 1963.
Dos niños y cuatro niñas fueron asesinados en esa explosión. En los dípticos de Bey vemos un niño o niña actual de la misma edad que aquellos asesinados en el 63 junto a hombres y mujeres de las edades que tendrían los niños y las niñas si estuvieran vivos hoy.
Esta resonancia amplifica la intensidad y el impacto emocional de los dípticos. A pesar del medio siglo que los separa, los sujetos emparejados hablan de historias entrelazadas y destinos compartidos.
Fotografía antirracista
El 25 de noviembre de 2019, pocos meses antes del asesinato de George Floyd, el Washington Post Magazine presentaba un especial «Visualizing Racism» en el que, según palabras de la publicación:
“Nueve profesionales de la fotografía asumían el desafío de representar la intolerancia.”
El desafío era “no solo nuestra lucha externa contra el racismo, sino también las luchas internas”. A través de este especial, los artistas presentan su visión del racismo, en unos proyectos con una estética muy trabajada, aunque algunos son tremendamente inquietantes. Pero como dice el editor Eugene Robinson “Una conversación fácil sobre el racismo no es una conversación real en absoluto”.
Pero el racismo no solo se manifiesta de manera sangrante, como en el proyecto del Washington Post Magazine, también se encuentra en las capas sutiles de la sociedad. El proyecto “Racial Microaggressions” de Kiyun Kim se dirige hacia esas expresiones cotidianas encaminadas a perpetuar esas discriminaciones, los microracismos.
La autora del proyecto retrata a sus compañeros y compañeras de universidad junto con pensamientos o comentarios que han escuchado que los discriminaban, dejando constancia visual del microracismo encubierto.
Otra manera de enfocar la lucha fotográfica antirracista sería a través del trabajo de Cephas Williams. Su proyecto pretende romper la imagen estereotipada de las personas negras en la sociedad estadounidense. Su proyecto más conocido son las imágenes realizadas para la campaña ’56 black men’, en el que 56 hombres negros -incluido él mismo- posan delante de la cámara con una sudadera negra con capucha.
Estos hombres, que tienen historias de vida positivas (clase media o clase alta, personajes públicos, etc.) subrayan con su atuendo el estereotipo de la estética del delincuente. La campaña, según palabras del fotógrafo:
“Sirve como un recordatorio de que por cada hombre negro que ves representado haciendo algo negativo, hay 56 de nosotros que no lo hacemos.”
En este mismo sentido, pero en su versión femenina, la publicación ‘MFON: Women Photographers of the African Diaspora’ tiene como objetivo abrir un espacio para la voz de mujeres fotógrafas de ascendencia africana. En sus ediciones bianuales incluyen entrevistas en profundidad y ensayos que analizarán el trabajo de cuatro a cinco fotógrafas.
Recursos para fotógrafos de todos los colores
Introducir una ética antirracista en un trabajo fotográfico tampoco es tarea fácil, sobre todo si no partimos de una experiencia personal en que hayamos sufrido este racismo en la propia piel. Salvando las distancias ya que todas las situaciones siempre son diferentes y tienen matices, sería una situación parecida cuando los hombres intentan reflexionar sobre el machismo.
Algunas visiones simplemente serán imposibles de conseguir –por esto, todos los expertos siempre recomiendan no solo ampliar la mirada sino también “el mirador”– y es imprescindible dar más espacio a fotógrafos y artistas no blancos –la Anti-racism photography fundraiser tiene un fantástico catálogo- para conocer de primera mano sus inquietudes.
Pero también existen guías y recursos para aquellos fotógrafos blancos que quieran evitar estereotipos y usar su trabajo de manera efectiva en la superación del racismo.
Como este extenso listado de Flothemes o esta lista colaborativa elaborada a partir de un simple documento de Google colgado en la red y que va creciendo gracias a las aportaciones de todo tipo de activistas, profesionales y colectivos, teniendo en cuenta no solo cuestiones raciales, sino también de género o sostenibilidad.