Prototipar como mentalidad

Feb 06, 2023 por Paula Vega

Cuando estudiaba arquitectura, a menudo nos planteábamos grandes retos a resolver: el nuevo centro de negocios de una ciudad, un museo con el que transformar el espacio público, un nuevo sistema de viviendas que permitiera la interacción de los vecinos…

Eran problemas complejos y asustaba abordarlos. Sin embargo, a través de maquetas, bocetos y planos, conseguíamos empezar a pensar en una solución, la concretábamos y la hacíamos tangible para poder obtener feedback. A partir de ahí, la solución evolucionaba.

Trabajando en proyectos de innovación como diseñadora de servicios aprendí que esos primeros bocetos, o maquetas, se llamaban “prototipos” y que cualquier idea se puede prototipar: el nuevo servicio de atención al cliente de una distribuidora energética, un nuevo dispensador de bebidas, o incluso un nuevo modelo de negocio para una aseguradora.

En los negocios, a menudo no se prototipa. Un prototipo no es lo primero que se pone encima de la mesa para hablar de una solución innovadora, y prototipar se entiende en muchas ocasiones como algo costoso, el paso antes de la producción, algo reservado a los diseñadores y a los ingenieros.

Sabemos que el fallo forma parte de la innovación, pero quizá no hace falta llegar al fracaso para aprender lo que funciona, sino prototipar antes y hacerlo de forma constante hasta llegar a una solución suficientemente buena.

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¿Qué es un prototipo?

Un prototipo es cualquier artefacto que nos ayude a concretar nuestras ideas. Puede ser un boceto, una maqueta, una presentación comercial de un nuevo servicio, una página web falsa, un vídeo o incluso un “role-play” con actores siguiendo un guión que ilustra cómo sería un nuevo servicio o experiencia. Un prototipo puede ser algo muy rápido que montemos en cuestión de minutos, o puede llevarnos semanas.

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¿Por qué es importante prototipar?

Nuestras ideas siempre funcionan en nuestras cabezas, nos enamoramos de ellas. Cuando prototipamos, esas ideas pasan a ser tangibles y eso nos obliga a observarlas desde otro punto de vista y, lo que es mejor, a entender cómo otros — futuros usuarios, clientes o colegas — , las perciben.

Decía Le Corbusier: “Prefiero dibujar a hablar. Dibujar es más rápido y deja menos espacio para la mentira”. Digamos que prototipar deja menos espacio para el engaño porque nos acerca a la realidad, en definitiva, nos ayuda a ver las cosas como son y no como nosotros creemos.

Por supuesto el prototipado también ayuda a validar o refutar conceptos con futuros usuarios o stakeholders. Nos permite identificar si la idea es interesante, observar si los usuarios se comportan como esperábamos y obtener feedback de cómo mejorarla o evolucionarla.

Hace unos años participé en un proyecto dentro de Propelland en el que prototipábamos un nuevo servicio de alarmas. Alquilamos dos casas en AirBnB y prototipamos la experiencia dentro de ellas. Los prototipos no eran más que maquetas de madera de lo que sería el futuro dispositivo con iPods que simulaban ser las interfaces del sistema.

Una persona controlaba lo que aparecía de forma remota e invitamos a potenciales usuarios a probar el nuevo servicio de alarmas. Fue revelador la cantidad de decisiones que se tomaron gracias a ese test en el que montar el prototipo nos llevó un par de semanas. Cuando queremos observar el comportamiento de los usuarios, los prototipos no siempre tienen que funcionar, a veces solo tienen que parecerlo.

El prototipado también puede ser una herramienta valiosa para la comunicación y la colaboración en equipo. Al tener un artefacto tangible, es más fácil compartir y discutir ideas con colegas, clientes o inversores. Esto puede ayudar a conseguir una mayor buy-in y apoyo en el camino hacia la implementación final.

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Cuando trabajamos con BBVA en el diseño de su espacio de innovación comenzamos el proyecto prototipando en equipo. En un taller con el cliente trajimos una maqueta del espacio y todo tipo de material, legos, cartulina, fotos impresas, etc.

Pedimos a todo el equipo que “prototipara” lo que ellos pensaban que debía pasar, qué cosas tenían que estar y cuáles no. Al final de la sesión pudimos tener una idea clara de qué debía ocurrir allí, cuáles eran los requisitos, y todo el equipo estaba alineado en las expectativas del proyecto.

Cómo podemos empezar a prototipar en nuestro día a día

Reconociendo que el prototipado no es solo una etapa en el proceso de diseño, sino una forma de pensar, debemos incorporar esta mentalidad en nuestro día a día, y realizar prototipos desde la concepción de ideas hasta su lanzamiento.

Debemos tener en cuenta que podemos prototipar cualquier concepto, negocio, servicio, producto o experiencia, y buscar la forma más efectiva de hacerlo para cada caso y momento.

Los prototipos son herramientas útiles, pero también son reemplazables, así que estemos preparados para descartarlos si es necesario.

Prototipa lo justo, no más. El objetivo es responder a preguntas, explorar soluciones y presentarlas a otros. Prototipa siempre lo que sea necesario en función de tus objetivos.

Y, sobre todo, pruébalo, muéstralo, descubre nuevas formas de tangibilizar tus ideas y descubrir nuevos puntos de vista.

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Paula Vega

Directora de Client Success en Propelland y docente del Máster en Diseño de Producto y Servicios de SHIFTA.

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