Datos y estética
No somos inteligencias artificiales, ni nuestras mentes son algoritmos o nuestras memorias tablas dentro de bases de datos. No podemos separar nuestros conocimientos de los momentos vitales en los que fueron adquiridos, ni los recuerdos de las emociones que ayudaron a fijarlas en el cerebro.
Sin embargo, cuando representamos datos es frecuente que optemos por una estética abstracta e impersonal, como si exclusivamente de una realidad intelectual se tratara, ajena a su contexto y al individuo. No parece importar cuáles son los temas que comunicamos, los diagramas se alejan de los matices cualitativos para intentar ser un material eficaz para el análisis y, en este momento, asumimos un coste, el lado humano de la realidad que estudiamos.
Como reflexionaba la diseñadora Giorgia Lupi, las audiencias para las que visualizamos datos son cada día más amplias y, como bien apunta, es el momento de ocuparse de cuestionar la impersonalidad y conectar las representaciones con aquello que escenifican.
Con este fin es imprescindible rechazar la escisión entre emociones e intelecto y adecuar la estética enlazando los datos a su dimensión humana, experimentando con los diagramas, dibujando, usando objetos, fotografías, instalaciones y experiencias. Estas decisiones invitan a que el espectador proponga, en una suerte de juego interpretativo, completando el proceso con su punto de vista personal.
Infoexperiencias de Domestic Data Streamers sobre la vida y la muerte
El colectivo Domestic Data Streamers abrió este camino cuando realizó su pieza “Lifeline”. En ella logró convertir los datos en experiencias que se pudieran sentir, concretamente llevaron los datos de las expectativas de vida al espacio expositivo del Museo del Disseny de Barcelona y el espectador, y encuestado, podía ver cómo sus anhelos se expresaban de forma física en el propio espacio que les rodeaba.
Con un sencillo sistema de globos blancos y negros, sugerían lo frágil, efímero y la levedad de la existencia; y pasear entre ellos invitaba a reflexionar sobre la vida y la muerte.
El drama fronterizo y las etiquetas de la morgue
Confrontando la vida con la perspectiva de mejorarla, la pieza “Hostile Terrain 94” se concibió como un mapa donde ubicar geográficamente los cadáveres hallados en el desierto de Sonora (EEUU) entre mediados de 1990 y 2019.
Este registro de esperanzas truncadas, de individuos inmigrantes de centro y Sudamérica (aproximadamente 3.400), es identificado con una etiqueta manuscrita por los participantes en el proyecto. La reflexión sobre su situación se hace en dos direcciones, la primera por parte del equipo que colabora en la creación de cada una de las etiquetas, la segunda en la audiencia a través de la manera en que se representa a los individuos.
La imaginación del espectador dispara las implicaciones que este sistema de etiquetado evoca, pues supone escenificarlo en la soledad mortuoria de la morgue. Esta exposición de datos resulta más justa con la dramática situación de los migrantes, nos obliga a recapacitar sobre su situación y activa una imagen mental consciente de la reflexión que la pieza propone.
Jaime Serra visualiza el amor a través de las flores
No podemos pasar por alto al inevitable Jaime Serra, sus diversos proyectos de infografía subjetiva son el paradigma de las cuestiones que aquí planteamos.
En el proyecto “La rutina” expone en una secuencia fotográfica las más de 8.500 flores que un hombre regaló a una mujer durante 48 años de relación.
Un dietario que representa de manera poética una historia visual y cuantitativa de amor y fidelidad, tanto hacia la persona, como hacia el proceso, haciendo del gesto de afecto la materia misma de sus sentimientos y de la visualización de datos.
Rafaela Casado de Haro, un diario infográfico en tercera persona, de Lourdes Lucena.
Cerramos estos ejemplos en un plano más personal, el que nos propone la diseñadora Lourdes Lucena que realizó un libro familiar repleto de visualizaciones de datos que son una aproximación a la memoria, poniendo el foco en la figura de la abuela.
La propuesta reconstruye la vida de esta a través de los recuerdos de los hijos y nietos, pero también a través de los objetos que la acompañaron en su trayectoria vital: el rosario de toda la vida, las macetas que cuidaba con esmero o el juego de tazas de los domingos.
Los objetos de su vida se convierten en memoria gráfica, cuantitativa y vital donde se expresa y se cuenta la historia que ella ya no puede narrar. Los datos emergen de las imágenes para reinterpretar el significado de lo fotografiado, modificando el legado material, confeccionando una herencia que será de ahora en adelante memoria familiar.
Pocas cosas hay más humanas que la vida, el amor y la memoria. Estos ejemplos avalan una representación sensible, emocional y abierta a un público amplio, explorando caminos renovados y coherentes para la estética de la datificación.
El impacto que produce esta manera de hacer es poderoso y debemos considerar sus capacidades comunicativas como estrategias válidas para la visualización de datos. Conectar emocionalmente con la audiencia y hacerla parte del proceso va a suponer ir más allá de la mera representación, buscando sentir a través de los datos.