¿Qué es una infografía narrativa?
Una infografía narrativa es una forma de visualización de datos que combina información con elementos narrativos para contar una historia de manera visual. No se limita a presentar datos de manera objetiva, sino que organiza y selecciona la información de forma que conecte con el público a nivel emocional y facilite la comprensión.
Este tipo de infografía utiliza estrategias del storytelling para transmitir un mensaje con intención, incorporando no solo hechos, sino también emociones, credibilidad y un enfoque subjetivo. Los elementos gráficos, como el color, las formas, los esquemas y el uso de ilustraciones, se emplean para influir en la interpretación del espectador y crear un impacto visual y emocional. Así, la infografía narrativa transforma los datos en una historia coherente y atractiva, permitiendo a los diseñadores comunicar de manera efectiva y persuasiva.
Las 3 claves para una infografía narrativa
Si acudimos al contexto teórico descubriremos que al igual que sucede en la narratología, cuando divulgamos con datos necesitamos distinguir entre la información en bruto y la manera en que esta se cuenta.
Frente a la historia objetiva y veraz, lo que ha sucedido o se ha descubierto; tenemos el relato, que es una selección parcial, sujeta a una intención comunicativa que, aunque siempre verosímil, implica un sesgo ineludible. Esta distinción entre fábula o syuzhet, como enunciaron los formalistas rusos, no dista demasiado de la tarea de la creación de infografías narrativas.
De hecho, continuando en la senda de la narrativa, sus estrategias permiten una planificación que distingue entre el contenido y la emoción con la que se transmite. Pero, sobre todo, proporciona el reconocimiento de la intención y nos hace tomar conciencia como creadores de los temas subyacentes que proponemos en el seno de cada relato.
“El storytelling puede ayudar a que los productos y los mensajes estimulen la imaginación de los usuarios e incentiven acciones y conductas determinadas” (Ellen Lupton. El diseño como Storytelling).
Los iniciados en el mundo de la narratología sabrán que con esa división nos estamos refiriendo a la triada que Aristóteles planteó para la retórica, siendo el logos, los argumentos o informaciones, el pathos, las emociones y el ethos, la credibilidad e intención del orador.
Contenido
Llevándolo a nuestro terreno podemos optar en la selección de información por una ampliación de las 5W del periodismo. Ahí localizamos el interés del narrador acerca de los personajes (quién), los escenarios (dónde), las ambientaciones (cuándo), los hechos (cómo) o las motivaciones (por qué), sin olvidarnos de que en nuestro ámbito también juegan un rol imprescindible las cantidades, es decir, los datos (cuánto).
Las decisiones narrativas comienzan en esta fase y según el objetivo de comunicación se ponderan unos aspectos sobre otros. Tomando partido arrancamos la elaboración de un relato.
Emociones
Conformes con la selección de contenido, pensemos en el impacto emocional que este debe transmitir. Quizás una estrategia adecuada sea el humor, o bien, la sorpresa, la tensión, el dramatismo o, por el contrario, optamos por el distanciamiento y la asepsia, pretendiendo aproximarnos a la objetividad.
Intención
Solo será eso, aproximación, pues la narrativa implica subjetivar, tomar decisiones que afectarán al tono de redacción y al universo gráfico de nuestro diseño: según el tipo de esquema o las formas por las que optemos y más importante aún, el color por el que nos decidamos, obtendremos una respuesta diferente en la interpretación sensible del público.
Estas son las reacciones que un buen diseñador debe prever y estimular. En el caso de incorporar la ilustración arrastramos consigo al lenguaje retórico de la imagen y mientras el poder persuasivo y el atractivo visual aumenta, la objetividad disminuye, haciendo del diseñador un intermediario implicado en el mensaje que se proyecta.
El porqué de cada narración que creamos y nuestro sesgo particular
La implicación en la creación de una infografía narrativa no es cuestión baladí. Como comunicadores, que discriminamos la información y aspiramos a conectar emocionalmente con el público, nos debemos exigir reflexionar sobre las intenciones: el porqué de cada narración que creamos.
Hemos de tomar conciencia de que la credibilidad del emisor está presente como un actor más de la comunicación y que intermediar implica transformar (en mayor o menor medida) la historia y sus datos, por lo tanto, ofrecer nuestro sesgo particular y vectorizar en un sentido concreto la interpretación, lo que nos convierte en equilibristas sobre la delgada línea que existe entre tergiversar la realidad y ayudar a comprenderla.
Como habrá podido comprobar el lector, las posibilidades que una mirada curiosa hacia la narratología proporciona resultan un territorio de enorme fertilidad para el diseño de la información donde aún queda un espacio para el aprendizaje y para la autoevaluación de nuestra tarea como comunicadores.