Consejos para un buen diseño de producto

Ago 26, 2021 por Josep Puig

¿Cómo diseñar un buen producto?

Hoy en día se han generado tantas expectativas sobre lo que debe ofrecer un producto que el diseño ha tenido que abrir el rango de variables a resolver en el proyecto con un checklist riguroso y extenso. Por ello, en este artículo exploramos algunas observaciones y consejos para realizar un buen diseño de producto.

Colección permanente del Museu del Disseny

¿Cuál es la importancia de un buen diseño de producto?

El diseño de producto es una disciplina que se enfrenta a distintos retos en la actualidad donde cada vez más, intervienen aspectos como la incidencia en temas de sostenibilidad y ciclo de vida, la inclusión de principios universales del design for all, los aspectos de género en la experiencia de usuario, el conocimiento de nuevos materiales con propiedades inéditas, las nuevas técnicas de fabricación de la industria 4.0, la seguridad y la legalidad, entre otros.

Todo ello implica que en el proceso de diseño se deban tener conocimientos más expandidos y transversales, pero a la vez, eficaces y aplicables.

¿Qué constituye un diseño de producto exitoso?

Pero, ¿qué implica realmente un buen diseño de producto efectivo? Esta disciplina se basa en el desarrollo de soluciones que aborden las necesidades del mercado a través del análisis, la planificación y la ejecución de una idea. Para lograr un producto de calidad, es crucial realizar un estudio de mercado exhaustivo y analizar los resultados del producto lanzado, con el fin de ofrecer soluciones eficientes y duraderas a un público específico.

Etapas de un diseño de producto eficaz

Para crear un buen diseño de producto sólido, es esencial seguir una serie de fases o etapas:

  1. Idea: Todo diseño de producto parte de una idea destinada a resolver una necesidad. En esta etapa inicial, se requiere cultivar la creatividad para proponer soluciones originales e innovadoras.
  2. Investigación: Una vez que la idea ha madurado, es momento de iniciar la fase de investigación, donde se recopilará toda la información necesaria para llevar a cabo la idea. Aquí se recopilan referencias, se consulta a expertos e incluso se revisan investigaciones previas.
  3. Análisis de Datos: En esta fase, se analiza y sintetiza toda la información recopilada previamente para extraer conclusiones que guíen hacia la mejor solución para ejecutar la idea de manera óptima.
  4. Planificación: La planificación es crucial para el desarrollo de un buen diseño de producto. Esta etapa marca el ritmo y la evolución del proceso de desarrollo del producto, sirviendo como una guía para todos los involucrados en el proyecto.
  5. Desarrollo: Durante esta fase, se toman decisiones críticas relacionadas con el producto, como la selección de materiales, el método de fabricación y el equipo involucrado. Se crean prototipos y se realizan pruebas del producto diseñado para llegar a la versión final que se lanzará al mercado.
  6. Cadena de Distribución: Una vez que el producto está bien definido y finalizado, se deben diseñar campañas de distribución y comunicación para llegar a los públicos objetivos de manera efectiva y satisfacer las necesidades del mercado. El ciclo concluye con una evaluación final de todas las etapas.

En definitiva, el diseño de un producto requiere superar un proceso complejo y bien estructurado.

Hacer frente a la nueva situación

La educación universitaria ya está orientada a dotar de competencias sobre todas estas cuestiones. Pero en el día a día profesional del diseño y desarrollo de nuevos productos, debido a la velocidad que se debe imprimir a los procesos, junto a criterios económicos mal entendidos, ocasiona que se den prioridades y se establezcan jerarquías nada óptimas a la hora de afrontar la resolución de todos estos aspectos mencionados.

Utilidades novedosas y llamativas pasan por delante de aspectos básicos y elementales en la configuración de los objetos que, por su sentido común, son tan obvios y conocidos que parece que se resuelvan casi automáticamente.

Y así, pequeños pero importantes detalles funcionales y comunicativos de los nuevos productos sorprenden por lo mal resueltos que están, aún formando parte del sector de la alta tecnología de consumo.

Es frecuente constatar errores clásicos de ergonomía, con pulsadores imposibles, pantallas táctiles que se tocan por error en el momento de manipular el dispositivo, menús de navegación nada intuitivos, ‘interfaces’ de automóvil poco adaptadas a la conducción, indicaciones en envases que, para cumplir con las reglamentaciones, tienen cuerpos de letra ilegible, interacciones que exigen un nivel de práctica notable resueltas para ahorrar espacio y componentes, formas que comunican equívocamente el uso, etc.

Situaciones que han constituido la lucha clásica del diseño y que son viejas conocidas. Paradójicamente, lejos de estar resueltas, aún ahora quedan a menudo relegadas frente a otros aspectos más atractivos de las nuevas aplicaciones de la tecnología. Pero estos fallos en productos actuales son como una falta de ortografía en un texto interesante.

Pero, ¿qué se considera un buen diseño de producto?

Si recordamos los diez principios de un buen diseño de acuerdo con Dieter Rams este es: innovador, útil, estético, comprensible, discreto, sostenible, honesto, atemporal, minucioso, simple. O según André Ricard:

“Un buen diseño quiere decir que un objeto funciona bien y, como digo, cuando algo funciona perfectamente generalmente es bello”.

Lo que se ha considerado hasta ahora un buen diseño, sigue teniendo validez para identificar y calificar los buenos diseños más actuales y novedosos.

Museu del Disseny
Colección permanente del Museu del Disseny

Detrás de un buen diseño de producto hay alguien que ha detectado una necesidad, ha analizado al usuario, ha entendido el funcionamiento, le ha dotado de una forma coherente con su uso mediante una expresión estética armoniosa, ha resuelto que sea eficaz, alguien que ha previsto que sea coherente con todas las preocupaciones y con la sensibilidad actual por la sostenibilidad y el uso racional de los recursos.

Hay, por supuesto, una iniciativa empresarial que consciente de la necesidad decide producirlo y comercializarlo.

Finalmente, a la vista de la enorme oferta comercial que existe en la actualidad, con sobreabundancia de versiones de productos de lo mismo, tanto en los almacenes como en Internet, un sencillo recurso para saber si un nuevo producto que nos interesa y nos parece atractivo es que un buen diseño se basa en hacerse una doble pregunta:

  • ¿Tiene sentido para lo que lo vamos a necesitar? (sea cual sea el tipo de necesidad incluso la meramente contemplativa)
  • ¿Aporta algún tipo de mejora respecto a lo que ya existe hasta el momento?Si podemos decir que sí en ambos casos, con toda probabilidad, estamos delante de un buen diseño de producto.
Josep Puig Cabeza

Director del Máster Online en Diseño de Producto y Servicios de SHIFTA by Elisava.

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