Yo soy yo y mi circunstancia
Esta frase resume a la perfección el enfoque que debemos adoptar en el diseño. El contexto nos ayuda a definir la realidad que rodea a las personas. Tal y como lo define la RAE, el contexto es el entorno físico o de situación, político, histórico, cultural o de cualquier otra índole, en el que se considera un hecho. Llamemos en este caso “hecho” a todo lo que rodea a las personas.
Este amplio marco en el que debemos sumergirnos en cada proyecto, nos proporciona una especie de mirilla a través de la cual podemos observar condicionantes, limitaciones, oportunidades, problemas, hábitos, deseos, frustraciones, sueños, gustos (y disgustos) de las personas para las que estamos creando soluciones. Estas soluciones por lo tanto, y gracias a comprender el contexto, se vuelven significativas y aportan valor a sus vidas.
Entender otras realidades
No valorar el contexto en cualquier proyecto de diseño puede llevar a problemas no resueltos, irrelevantes o que no satisfagan las verdaderas necesidades del target. Es como diseñar desde el vacío. Sin esta comprensión, nuestros diseños, desde una silla hasta un producto digital, serán externos a la realidad del usuario.
Imaginad que necesitamos un producto digital para un grupo de personas con un problema concreto pero que no tienen acceso a internet. Si no nos posicionamos desde su perspectiva, quizás diseñaríamos una app que mejorase toda su problemática… pero sorpresa, no pueden usarla porque no tienen conexión.
La empatía, nuestra herramienta fundamental
En el campo del diseño, la empatía nos permite ponernos en el lugar de las personas, nos permite identificar el verdadero problema que afronta esa persona o grupo, obteniendo la raíz del mismo. Sentimos, pensamos e imaginamos como ellos. La empatía nos permite adaptar las soluciones, minimizando el riesgo de que nuestra idea no sirva como solución y nos presenta los posibles obstáculos que nos puedan surgir durante el proceso de creación de estas soluciones.
Comprendemos a través de la empatía el contexto, lo que nos permite definir la raíz del problema. Diseñamos desde el entendimiento del otro.
Las personas como centro
En el diseño, y más en el ámbito de la estrategia, el centro debe ser la persona. Esto significa que debemos entender todo lo que lo rodea, lo que les motiva, lo que les disgusta, lo que desean y lo que temen. Sólo comprendiendo todos estos puntos podemos mejorar su vida.
Esta comprensión la podemos hacer a partir de diferentes herramientas, como son las entrevistas. Las entrevistas nos permiten, desde un estado muy inicial, poner voz a las personas, escuchar sus preocupaciones y ajustar nuestras hipótesis a partir de estas conversaciones.
Algo que nos sorprendió mucho en nuestro proyecto del máster, fue que muchas de las hipótesis que considerábamos clave del proyecto, quedaban derogadas. Esto nos obligaba a repensar qué necesitaba verdaderamente ese usuario al que destinábamos nuestro estudio. ¿Quién iba a pensar que las personas mayores usaban tanto el móvil o que temen ser engañados en internet?. Sin duda, estas sesiones marcaron un punto de inflexión.
Otra de las herramientas que podemos utilizar, es la creación de User personas. Personajes ficticios que recogen los aspectos del grupo al que nos dirigimos. Definimos su estatus, sus gustos, sus intereses e incluso les damos un nombre y una narrativa, todo ello para poder comprender de una manera más sencilla lo que necesita el usuario.
Piensa en el grupo de personas al que vas a destinar tu proyecto y define una historia. Por ejemplo, un usuario final para una app de comidas caseras: Susana, madre primeriza que vive en Barcelona. Combina muchas horas de trabajo con la crianza y no tiene tiempo de cocinar. Valora las cosas de antes, lo vintage y tener tiempo para disfrutar de la playa. ¿Acaso Susana no resumiría muchos de esos posibles usuarios? Desde ella, podemos basar nuestro ecosistema de ideación.
Además de estas dos herramientas clave para entender el contexto, podemos pararnos a mirar los radares de tendencias. Estar al tanto de lo que está “in” nos puede ayudar a comprender qué necesita el público actual, pero también nos permite anticiparnos a los que desearán dentro de 5, 15 ó 30 años.
Diferentes perspectivas, mayores posibilidades.
En resumidas cuentas, un diseñador sin empatía, no puede ser un buen diseñador. Necesita sentir, pensar e incluso prever lo que las personas necesitan. Debemos explorar más allá de lo obvio, profundizando en las diferentes realidades. Solo así podremos alcanzar a más personas, ofreciendo soluciones más inclusivas, accesibles y significativas. Ponernos en la piel de otro nos nutre como diseñadores y hace nuestros proyectos un poco más humanos.
Así que queridos diseñadores, yo soy yo, y las circunstancias de los demás.