Entrevista a la revista Harpo

Ago 13, 2024 por Rocío Madrid

Harpo Marx es el hermano mudo…

«Creíamos que era una buena metáfora, ya que la fotografía, aunque carece de sonido, tiene la capacidad de comunicar y expresar mucho.»

En 2022 se publicó el primer número de Harpo, la revista independiente sobre fotografía analógica, que desde su base en Barcelona, pudo alzar la voz de muchas de las personas que seguíamos trabajando y pensando en modo 35mm. Sus creadores Alessandra Giorcelli, Bàrbara Balcells Matas y Arnau Sidera comparten no solo la revista, si no una relación muy especial con el formato desde hace años que actualmente compaginan con sus trabajos.

Cada convocatoria que lanzan para encontrar a las 10 fotógrafas y fotógrafos protagonistas incendia las redes. El concepto es que cada fotógrafa y fotógrafo participe con un carrete de 35mm que hacen llegar a sus manos, y con esas 360 fotografías resultantes se hace la publicación. Nadie conoce el resultado hasta tener la revista en sus manos. Una idea atrayente y necesaria en un contexto de sobredosis de imágenes, donde resulta sanadora la espera y dedicar tiempo a la observación.

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Entrevista a los creadores de la revista Harpo

¿Quiénes sois y dónde estáis?

Bàrbara: yo vivo y trabajo en Barcelona. Soy fotógrafa y también me dedico a la publicidad y al marketing. Soy muy fan de los carretes, las cámaras antiguas, los libros, los fenómenos inexplicables y de cualquier cosa que me plantee preguntas.

Ale: Soy de Barcelona, pero por trabajo me mudé a Ámsterdam hace ya 5 años. Soy diseñadora gráfica, especializada en branding, pero desde muy pequeña me gusta la fotografía y, en especial, la analógica. Siempre me ha gustado coleccionar cámaras y ¡cuanto más raras, mejor! Me encanta ir a museos, viajar, ir a festivales de música y/o conciertos, y achuchar a mi chihuahua.

Arnau: Me ha llevado un tiempo definirme como fotógrafo, pero creo que ahora ya puedo decir con confianza que me dedico a la fotografía. Formo parte del colectivo editorial Can Grapes y combino proyectos personales con encargos comerciales. Después de vivir cinco años en Barcelona, mi pareja y yo decidimos mudarnos a la casa de mi familia, ubicada en un pueblecito cerca de los Pirineos.

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Además de por que os gusta, cada una y uno tenéis una trayectoria con la imagen, la autoedición, etc. ¿Cómo fue llegar al acuerdo de montar la revista? O sea ¿Cuál sería su raíz?

Todo empezó durante la pandemia, momento en el que de golpe todos tuvimos más tiempo para hacer muchas cosas. Bárbara hacía mucho tiempo tenía en mente la idea de crear una revista de fotografía analógica, así que empezó a escribir artículos sobre fotografía y convenció a su hermano Víctor (que, entre otras, cosas sabe hacer webs) para que le hiciera una web donde ir publicándolos. Ale y Bárbara son amigas desde la infancia, así que Ale enseguida se sumó al proyecto para crear toda la identidad gráfica. Arnau un día nos escribió diciéndonos que había leído todos los artículos de la web y nos hizo tanta ilusión recibir ese mensaje y nos gustaba tanto su trabajo, que enseguida le invitamos a unirse al proyecto.

Siempre tuvimos claro que nuestro objetivo era crear una publicación en papel, pero antes nos dimos a conocer en plataformas digitales -web e Instagram- donde publicábamos artículos sobre fotografía, entrevistas, y hablábamos de fotolibros, todo en el ámbito analógico. La idea era crear nuestra propia comunidad y una red lo suficientemente amplia para luego lanzar una convocatoria para elegir a los fotógrafos y fotógrafas para la revista impresa.

Queríamos hacer algo original, diferente al resto de revistas, y no nos lanzamos hasta tener claro el concepto: participarían 10 fotógrafos y fotógrafas con un carrete de 35mm cada uno. Con las 360 fotografías resultantes haríamos la publicación, y los fotógrafos y fotógrafas participantes no verían sus fotografías ni el resultado de su trabajo hasta que la revista saliera de imprenta y la tuvieran entre sus manos.

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Estuve buscando el significado de Harpo, me salió una tienda de maquillaje en Madrid y un insecticida… Aunque lo hayáis hecho ya mil veces perdón, pero me tenéis que contar la historia del nombre

Harpo viene de Los Hermanos Marx, de los que Bárbara es muy fan desde pequeña. Harpo Marx es el hermano mudo, y precisamente porque no habla es quizás el que más presencia física tiene en la pantalla, mediante su expresión y sus gestos. Creíamos que era una buena metáfora, ya que la fotografía, aunque carece de sonido, tiene la capacidad de comunicar y expresar mucho. También nos gustaba la idea de que, al final, lo que pretendemos desde Harpo es precisamente dar voz a todas esas personas que trabajan con el formato analógico.

La fotografía analógica se está convirtiendo en un lujo, por un lado, la falta de recursos para producir película, el cierre de los últimos talleres de reparación de cámaras analógicas… y por otro lo mainstream que es ahora ¿Qué pensáis que puede pasar en un futuro cercano con la forma de hacer y entender la imagen analógica?

La fotografía analógica está de moda, esto es así. Pero es una moda que creemos que surge de una necesidad. Y es que hace tiempo que vivimos inundados permanentemente de imágenes, en un ritmo frenético que nos imponen las pantallas, las redes sociales y el acceso instantáneo al contenido.

En este contexto, la fotografía analógica parece florecer como una respuesta a todos aquellos que buscamos una relación diferente con la mirada, con las imágenes que nos rodean. Y es que los carretes tienen una magia única: más allá de los resultados a nivel estético (que fácilmente puedes alcanzar mediante la edición digital), lo que más interesa es el proceso, alejado de esta inmediatez que nos rodea.

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En cuanto a los temas de cada número, ¿cómo surgieron esas ideas?

Pues los temas surgen de repente después de varias reuniones en las que nos sentamos los tres y lanzamos ideas sin parar.

El primer tema, “Treinta y seis decisiones”, hace referencia al número de decisiones que tienes que tomar cuando afrontas un carrete. Una decisión por fotografía. Nos gustaba empezar con este tema, tan intrínsecamente ligado a la fotografía analógica y que es precisamente lo que la diferencia de la digital: el acto de decidir, de no disparar por disparar, de que tras cada fotografía hay una decisión consciente, acentuada, en parte, por la limitación física propia del carrete.

El segundo tema, “Errores elegidos”, es en cierto modo una evolución o continuación del primer número, aunque también funciona por sí solo. Hace referencia al error con el que elegimos quedarnos, ya sea en nuestra vida cotidiana, como acto necesario para el crecimiento, como en la fotografía, especialmente analógica: esos errores inesperados que, de repente, hacen que una imagen tenga más sentido o más fuerza.

Para el tercer número, tenemos varias ideas en mente, pero la idea es seguir en la línea de las otras publicaciones y vincularlo con el proceso de disparar en analógico, manteniendo la mecánica de la propia revista (un carrete por fotógrafo o fotógrafa).

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¿Qué criterio utilizáis a la hora de seleccionar a las personas que intervienen en la revista? Tiene que ser difícil, ¿cuántas propuestas os han llegado?

En ambas publicaciones lanzamos una convocatoria abierta mediante nuestro Instagram. Todo el mundo podía participar enviando 5 fotografías analógicas, su perfil de Instagram y/o portfolio. Participó muchísima gente y elegir solamente a 10 para cada publicación fue muy complicado. Nos dimos cuenta de que coincidíamos mucho los tres al seleccionar a los participantes. Aunque muchos de los descartados y descartadas eran excelentes fotógrafos y fotógrafas, filtrábamos diciendo «este es muy Harpo», ya que el estilo y la línea editorial de Harpo son bastante significativos y fáciles de reconocer.

Una vez elegidas, ¿os cuesta poneros de acuerdo en la edición? ¿O se encarga otra persona de ello? En resumen ¿cómo es el proceso hasta que os llega a las manos?

La edición consta de varias fases. Lo primero es imprimir cada una de las fotografías recibidas sin saber quién las ha hecho. Las disponemos todas sobre una mesa y nos dedicamos a descartar las que no nos encajan. Puede ser que haya más de una ronda de descartes.

La segunda fase es agruparlas por temática, color o forma para empezar a construir nuestra historia. A continuación, ordenamos cada grupo de fotografías hasta llegar a las hojas de contacto. Una vez tenemos toda la selección hecha, Ale empieza a construir la maqueta, jugando con los diferentes formatos, collages y tamaños de las fotos, tratando de construir un discurso mediante las imágenes.

Incluso en la maqueta han habido cambios y más cambios, ya que realmente es un proceso muy vivo y en constante movimiento, pero es un poco la gracia de este tipo de edición colaborativa. Desde el primer momento, queríamos que las fotos fueran las protagonistas; por eso, jugamos mucho con los espacios en blanco y el estilo minimalista, propios de este tipo de publicaciones.

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¿Cuál es el mensaje que queréis lanzar o que sintáis que hayáis conseguido lanzar con Harpo?

Nos gusta la idea de crear un espacio, una comunidad, donde todos los amantes de la fotografía analógica puedan confluir, además de compartir y conocer el trabajo de los demás. En parte, es algo que los tres buscábamos también en relación a nuestro trabajo y ha sido fantástico poder, a través de Harpo, conocer el trabajo tan bueno e inspirador de tantos fotógrafos y fotógrafas.

Y la cosa más freak que os haya pasado en todo el proceso, alguna anécdota.

En el segundo número, tenemos a nuestro propio Harpo Marx. Durante mucho tiempo, fue nuestra foto favorita para la portada y fue la imagen de nuestro grupo de WhatsApp. Finalmente, decidimos ponerla solo en el interior, ya que la portada actual nos funcionaba mucho mejor. Nos reímos mucho, ya que todo fue muy irónico y casual. Os invitamos a que la encontréis 😉

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¿Qué os gustaría que fuese lo próximo?

Pues ahora ya hemos empezado a trabajar en el tercer número impreso, con muchas ganas e ilusión. ¡Así que lo próximo será una tercera publicación y seguir trabajando para que este proyecto siga vivo durante mucho tiempo!

La foto o imagen que nunca se olvida

Ale: Para mí, eran las fotos de mi infancia que estaban colgadas en casa de mis abuelos. Ellos apenas tenían decoración o cuadros, y cada vez que iba a visitarlos, me quedaba mirándolas embobada, escuchando las historias de la época y de los personajes que aparecían en ellas.

Bàrbara: para mí las imágenes que nunca se olvidan son aquellas que de alguna manera u otra nos acompañan toda la vida, dentro de un álbum, un sobre o de una caja, con los bordes redoblados de tantas veces que han sido manoseadas y observadas. Fotografías que forman parte de nuestra memoria, que se pueden sujetar y que, en cierta manera, también nos sujetan.

Arnau: Tengo la costumbre de guardar muy pocas imágenes. Por ejemplo, no tengo ninguna foto en el móvil y solo conservo un máximo de ciento cincuenta fotos al año. Creo que lo hago para ser más consciente de lo que quiero que permanezca, ya que hoy en día estamos tan acostumbrados a hacer y tener tantas fotos que es muy fácil que los recuerdos se diluyan y se pierdan.

Rocío Madrid

Fotógrafa, alumni y mentora del Máster en Fotografía y Diseño de SHIFTA.

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