La aproximación a los datos: ¿Big data? No, mejor Thick Data
Las investigaciones que están relacionadas con la visualización de datos usualmente se centran en el uso del Big Data como un medio para segmentar y etiquetar a la audiencia. Durante años, y con el auge de internet y las redes sociales, las grandes empresas han tomado estos datos y transformado esta información en aplicaciones y predicciones para acercarse a los usuarios.
Sin embargo, el mayor inconveniente del Big Data es precisamente su tamaño, cuando las cantidades son más reducidas y lo que se busca no es el número y la cifra, sino la historia y su contexto, esta perspectiva se vuelve inadecuada.
Por ese motivo, nuestra alumna optó por otro modelo de investigación a partir de los datos: la Thick Data. Ahora bien, en tanto que el Thick data se basa en indagar en las historias, la técnica por excelencia y la utilizada en el presente proyecto es la investigación etnográfica. Es decir, busca descubrir esas historias ocultas a partir de ciertas herramientas de acercamiento.
La metodología incluye: observación participante, entrevistas semiestructuradas y análisis de datos. Todo esto para finalmente hacer un desarrollo y convertir los datos en un entregable diferente.
Con el fin de exaltar este valor humano, la información y los datos cualitativos se transformaron en objetos igualmente cercanos que se alejaban de la formalidad académica. Es decir, en ese entregable diferente que comentábamos hace un momento. ¿Pero cómo lo hizo?
Lo que para nosotros es un dato, para las mujeres del estudio eran momentos inolvidables llenos de emociones y sensaciones. ¿Cómo representar eso?
María Alejandra decidió traducir su vida con chocolates, que podían ser amargos y otros mucho más dulces, con diferentes sabores, texturas y colores. En definitiva, chocolates que involucran todos los sentidos. Además, convirtió esos momentos en arte o en gráficas de fácil lectura y a la vez profundas para sus lectores.
¿Por qué las gráficas además de chocolate?
Alejandra nos lo aclara:
“Convertí cada historia en tres chocolates que representaban una etapa de su vida: su niñez, su juventud y su adultez. Asimismo, quise que sus historias tuvieran un impacto sobre la sociedad, por eso las exterioricé a través de pósters que podían ser pegados en cualquier parte de la ciudad”.
Color, textura y sabor de los chocolates
Los colores apelan a una decisión basada en el sentido común, en donde el gris siempre será más apagado y triste que el amarillo.
En cuanto a las texturas, el primer paso consistió en asignar un valor de positivo y negativo frente a cuatro posibilidades: suave, áspero, seco y pegajoso, siendo el suave la única positiva. Una vez definidos estos valores, investigó una técnica y un sabor en el mundo gastronómico que pudiera servirle para representar cada textura.
Los sabores, al mismo tiempo, tenían un valor de positivo o negativo, de tal forma que el dulce era positivo; el salado, amargo y picante, negativos; y el ácido se entendió como una sensación dual entre positiva y negativa. Una vez definido esto, les asignó un sabor, el cual varió entre el coco, el café o la pimienta.
Combinando colores, textura, sabores y técnica de pintura, el resultado final fueron tres chocolates para cada una de las mujeres entrevistadas, que representan sus tres etapas de vida.
Como se puede observar, los chocolates son únicos. Cada uno de ellos es diferente, teniendo en cuenta que ellas tienen vidas distintas. Sin embargo, a su vez, los chocolates tienen texturas similares ya que ejemplifican los momentos difíciles que han tenido que experimentar.