Larga vida a las portadas

Sep 12, 2024 por Beatriz Álvarez

¿Alguna vez has comprado una revista solo porque te enamoraste de la portada?
No te preocupes, no estás solo.

Una portada es lo más parecido que hay a un flechazo: atractiva, seductora y hasta cierto punto misteriosa… ¿qué tienen que nos gustan tanto? Lo cierto es que, aunque parezca algo instintivo, detrás de cada portada hay una estrategia muy pensada. Son la clave para captar nuestra atención en cuestión de segundos, y eso no ha cambiado mucho con el tiempo.

Seguro que de algo te suenan los nombres de Randolph Hearst o Condé Montrose Nast. Estos tipos no solo lanzaron revistas, sino que crearon imperios mediáticos que redefinieron el mundo de la comunicación. Hearst, con revistas como Harper’s Bazaar o National Geographic, y Condé Nast, con Vogue o Vanity Fair, revolucionaron el mundo editorial al entender que una buena portada es como una carta de presentación irresistible.

Con los avances tecnológicos de la época, como la fotografía, lograron hacer que sus portadas fueran auténticos imanes para los ojos. Y aunque ha pasado mucho tiempo desde entonces, la idea sigue siendo la misma: una buena portada es el primer paso para enganchar al lector.

Hoy, las portadas de revistas continúan evolucionando en respuesta a las demandas del mercado. Las revistas comerciales buscan la inmediatez y el impacto, bombardeándonos con imágenes del momento y titulares gigantescos, como un HOLA! que parece querer contártelo todo sin decir mucho.

Pero frente a esta tendencia hacia lo efímero y lo impactante, surge un contrapeso en el mundo editorial: el slow journalism. Este periodismo pausado invita a una lectura tranquila, como saboreando un buen café. Las revistas especializadas que se han adaptado a este estilo buscan ofrecer una experiencia más reflexiva, y sus portadas se alejan de la urgencia comercial para convertirse en obras de arte.

Aquí, el diseño se permite jugar, experimentar y romper las reglas, ofreciendo un flechazo visual más sutil pero igualmente poderoso. Este enfoque recuerda a las primeras revistas de Hearst y Condé Nast, donde la portada no solo capturaba la atención, sino que también contaba una historia visual más profunda.

Aunque las revistas digitales han hecho grandes avances, reducen gran parte de la experiencia sensorial a un simple PDF. El «flechazo visual» que ocurre con una portada física sigue siendo incomparable. Ya sea una revista comercial que busca un impacto inmediato o una publicación especializada que invita a una mirada más profunda, el diseño de la portada sigue siendo el primer punto de contacto crucial entre la revista y el lector.

El diseño de portadas ha sido un factor constante de atracción desde los inicios de las revistas impresas hasta hoy. Una mezcla de arte y estrategia, un baile entre creatividad y funcionalidad. Así que, la próxima vez que veas una revista en el quiosco, tómate un momento para apreciar la obra de arte que tienes delante.

Quién sabe, puede que te inspire a crear tu propia portada memorable.

Beatriz Álvarez

Design Manager y alumni del Máster en Diseño Editorial y Tipografía.

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