Esquemas de organización
Cada grupo temático de categorías que utilizamos para clasificar recursos es lo que llamamos un esquema de organización, y cada uno de estos esquemas responde, o debería responder, a una necesidad específica, a una manera de explorar la colección.
Los esquemas hacen posibles varias formas de navegar, y previenen otras, contribuyendo a producir formas “correctas” de moverse por el espacio de recursos que estamos organizando.
Siguiendo con los sitios web de ropa deportiva, es usual que además de incorporar los esquemas «tipo de prenda y deporte», también incluyan un esquema de «género» con categorías mujer y hombre.
Podemos asumir que si se incluye este esquema de «género» es para facilitar encontrar los recursos y, por lo tanto, que quien lo propone toma como punto de partida de que existen artículos para mujeres y otros, distintos, para hombres.
Pero, ¿cómo se pretenden clasificar en un cajón u otro? No es necesario mucha reflexión para darnos cuenta de que criterios como la «talla», el «color» o el «tipo de prenda» parecerían inapropiados, o directamente discriminatorios: pese a los prejuicios de algunos, una mujer puede querer unas zapatillas de la talla 47; una camiseta negra con llamas y calaveras puede resultar atractiva a cualquier género; y un hombre puede necesitar un sujetador deportivo, aunque sea una prenda considerada principalmente femenina.
![Menú decathlon Menú decathlon](https://weareshifta.com/wp-content/uploads/Menu-decathlon-e1726557586146.jpg)
Además, incluso si resultaran ser criterios claros, o útiles, de clasificación, ¿no sería más apropiado incorporarlos directamente como esquemas de organización y prescindir del género?
Alguien podría argumentar que pueden existir notables excepciones: situaciones donde cierto equipamiento sí correlaciona, al menos estadísticamente, con cuerpos de mujer u hombre; o puede que el género sea relevante por razones reglamentarias en un deporte específico. Son casos interesantes, dignos de analizar, pero no parecen suficientes para justificar la motivación de algunas tiendas a organizar por género productos como cantimploras o riñoneras.
Estructuras de organización
Quienes nos dedicamos a la arquitectura de información nos gusta tanto organizar que también lo hacemos con los propios esquemas. Al resultado lo llamamos estructuras de organización y en ocasiones toman un aspecto jerárquico, situando un esquema “encima” de otro, dejando claro que existe una relación de relevancia y exigiendo a quien visita el sitio web que elija una categoría en el primer esquema antes de proceder a seleccionar otra en el segundo.
![pull&bear pull&bear](https://weareshifta.com/wp-content/uploads/pullbear.jpg)
Es habitual, pues, ver que esquemas como el «color» no aparecen directamente en el menú principal de navegación; quedan más “abajo” en la estructura de organización y se reflejarán normalmente en pantalla como un filtro en el listado de productos, dejando claro que son menos importantes que, por ejemplo, el «deporte».
Situar el «género» a primer nivel, algo bastante habitual, como puerta de entrada única y exclusiva a explorar el material deportivo, no solo posibilita unas ciertas acciones, sino que también previene otras: no se podrá seleccionar un «tipo de prenda» sin pasar primero por identificarse con un género concreto, lo que puede ser problemático para un hombre que quiere comprar un top clasificado para mujer; o también para una persona no binaria que quiere simplemente navegar por el sitio web, ya que, en este caso, su realidad ha sido directamente ignorada y omitida del sistema de organización.
Posibilidades de la arquitectura de información
Tanto si estamos a cargo de la definición, del diseño o de la programación de un sitio web o de cualquier producto digital, acabaremos tomando decisiones de arquitectura de información. Llegará el día en que definiremos esquemas de organización, crearemos categorías o clasificaremos recursos. Con cada decisión que tomemos abriremos puertas a ciertas posibilidades y cerraremos otras.
Cada puerta abierta es una invitación a ser utilizada, así que la próxima vez que organicéis unas zapatillas, tened en cuenta que podéis estáis produciendo, o reproduciendo, sin querer o a propósito, un conjunto de normas que llevan a quienes utilizan el producto a pensar de una manera específica en el espacio de posibilidades de los recursos organizados.