¿Qué objetos, productos o servicios has utilizado, por ejemplo, algún ordenador o portátil, un smartphone o tablet, algún servicio de delivery, la tarjeta de crédito o alguna interfaz digital? Puedes identificarlos, enumerarlos o incluso describirlos desde una perspectiva subjetiva u objetiva, tal como hace el proyecto Descriptive Camera.
Todos los productos, servicios o experiencias tienen una relación con las emociones, y es que en algún momento determinado tú cómo usuario o consumidor seleccionaste ESE diseño respecto a todos los otros, según unos criterios y unas necesidades.
Autores como Patrick W. Jordan han determinado las necesidades que tenemos como consumidores según una jerarquía: funcionalidad, usabilidad y placer.
En un contexto como el actual, donde cada vez hay más opciones similares en el mercado que realizan la misma función y su usabilidad es parecida, no es de extrañar que nos resulte más complicado diferenciar y escoger entre todas las opciones disponibles, si además no existen muchas diferencias respecto al precio. Y es aquí donde las emociones juegan un papel importante y fundamental.
La importancia de las emociones
Cuando pensamos en un producto, servicio o experiencia para algún fin determinado, el cerebro tiene una reacción al considerar todos los factores y se establece una relación con el usuario.
¿Y por qué es relevante? Porque las decisiones pueden sólo considerar cómo me siento al tener ese diseño conmigo y con las otras personas; y no tanto las características intrínsecas. Es por este motivo, que la experiencia emocional se ha convertido en una propuesta de valor porque por un lado permite establecer una relación y conexión más larga y fuerte con los usuarios y consumidores; y por otro posibilita diferenciarse de la competencia.
Las emociones dentro del diseño pueden tener distintas aplicaciones y funcionalidades, tales como: hacernos vivir experiencias únicas y crear recuerdos, ayudar a expresarnos y detectar qué nos sucede internamente, fomentar nuestro bienestar, facilitarnos el día a día, ayudarnos a tomar una decisión, hacernos sentir más cómodos en un espacio, hacernos recomendaciones según nuestras preferencias, rehumanizar y ampliar nuestras capacidades creando sociedades más justas e inclusivas y crear nuevas formas de comunicarnos, entre muchas otras. Por lo tanto, tienen un potencial enorme.
Un ejemplo sería el proyecto Aura de Studio Nick Verstand -en colaboración con the Netherlands Organisation for Applied Scientific Research -. En esta instalación audiovisual se miden las respuestas emocionales de los usuarios con el uso de biosensores de las ondas cerebrales, la variabilidad de la frecuencia cardíaca y la respuesta galvánica de la piel para posteriormente transformarlas en composiciones de luz de distinta forma, color e intensidad.
Si relacionamos este proyecto con las aplicaciones anteriores estaría dentro de la categoría de expresión de las propias emociones y vivencias únicas que crean recuerdos.
Otro trabajo interesante para comprender las aplicaciones y posibilidades es ‘Measuring less to feel more’ de Mickael Boulay, en colaboración con Waag Society. En este caso se trata de un dispositivo para las personas diabéticas que indica los niveles de azúcar en sangre de una forma más sensible.
Es decir, es un producto que ayuda y fomenta el bienestar, ya que reduce el estrés, rehumaniza estos dispositivos y crea nuevas formas de comunicación entre el producto-usuario.
Introducción de las emociones en el diseño
Quizás después de descubrir las posibilidades que permiten las emociones, estarás pensando cómo se pueden introducir en el proceso creativo, independientemente de la disciplina.
Existen distintos métodos, teorías y referentes que tratan esta relación entre emoción y diseño. A continuación, presento tres que han sido seleccionadas para hacer una primera inmersión en el diseño emocional.
1. Ingeniería Kansei
2. Diseño empático
Técnicas empleadas para descubrir las necesidades, a través de metodologías que estimulen y trabajen la empatía. Mediante la observación y la vivencia en primera persona de la experiencia del usuario, es decir ponerse en la piel de la otra persona, se obtiene una información que muchas veces no es posible conseguir con métodos más tradicionales o superficiales de investigación.
3. Diseño positivo
Pieter Desmet destaca por excelencia como autor referente. El diseño positivo propone estrategias basadas en la aplicación de las investigaciones sobre la experiencia humana que se centran en cómo diseñar en función de lo que hace sentir bien y feliz a las personas, con una connotación siempre positiva.
Hay autores como Sonja Lyubominsky que intentan descifrar la variación en la felicidad de los individuos y en qué factores pueden ser predecibles. Esta información puede guiarnos para trabajar diseños que fomenten la felicidad y el bienestar de las personas en los factores que si tenemos control.
Yo diría que después de un año de pandemia el mensaje nos ha llegado alto y claro: somos seres emocionales, las emociones son importantes para nuestro desarrollo y forman parte de nuestro día a día. Por lo tanto, de todo lo que nos rodea -incluido el diseño- aún tenemos mucho margen para crear productos, servicios o experiencias que tengan un impacto positivo en distintos niveles.