Por aquel entonces nos dejaban en casa el listín telefónico. Amarillo, con números de empresas, o blanco, de los abonados particulares. ¡Quién no se habrá dejado el dedo índice buscando en las páginas amarillas! (por favor, que alguien actualice la entrada en Wikipedia). Pero esa es otra historia por contar.
Estaba mi amiga con la mosca detrás de la oreja porque veía que había un gasto excesivo aquel mes en la factura. El móvil era de su pareja, pero estaba a su nombre y las facturas las pagaba y le llegaban a ella. Whatsapp acababa de penetrar en España pero el coste de los SMS aún dolía en los bolsillos. Mi amiga quería reducir gastos.
Yo acababa de descubrir a Simon Rogers, ahora data editor de Google News Lab, autor de Facts are sacred y creador del datablog y datastore de ‘The Guardian’, donde animaba a los lectores a bucear entre los cientos de conjuntos de datos que publicaban sin procesar para visualizarlos y analizarlos.
Algo realmente rompedor desde el periódico donde yo trabajaba: un departamento donde la infografía se hacía en Illustrator y la posibilidad de trabajar con grandes volúmenes de datos quedaba fuera de órbita. Estaba empezando a hacer mis pinitos con el Excel y me fascinaba la idea de tocar datos. Así que no dudé en ayudar a mi amiga.
Desde la página online de la compañía de teléfonos, por primera vez podías descargarte un pdf de la factura, pero también el .csv, ese archivo mágico que separa columnas por comas, que puedes filtrar, desfragmentar, descomponer y conectar con múltiples aplicaciones. Así que nos descargamos el archivo, filtramos por número y encontramos los dos más frecuentes, que eran los que se llevaban gran parte del gasto.
…Y visualizamos.
De repente lo vimos claro: con una simple visualización emergió la evidencia. El otro número recibía más llamadas. Dejó de cobrar importancia el coste y se vislumbraba un mal mayor. ¿De quién era el número al que el ahora exmarido de mi amiga llamaba tanto? El por qué, se lo dejo a ella y a vuestra imaginación. Yo verifico hechos, no opiniones.
Desde ese momento me di cuenta del potencial que tienen los datos. Y de que tras los datos siempre hay una buena historia. Y como decía Alberto Cairo:
Hay que tratar de contar la verdad (o aquella en la que creamos de la manera más objetiva posible).
De lleno en los datos
En 2018 creamos con un grupo de mujeres periodistas Storydata y un año después, en abril del 2019, nos aventuramos junto con otros cuatro periodistas más a fundar Verificat, una plataforma independiente de verificación de datos.
Usamos información de los portales de estadística y open data para chequear información, hacemos peticiones de transparencia, escrapeamos datos de redes sociales, apoyamos todas nuestras investigaciones con datos y visualización.
Y si no están abiertos, los abrimos
Durante las pasadas elecciones municipales de Barcelona, por ejemplo, quisimos saber qué habían votado los concejales para conocer la afinidad de voto entre partidos y nos encontramos con que toda la información de los plenos municipales estaba en PDF.
No había manera de saberlo sin mirarse uno por uno los más de 3.189 puntos de las actas donde se recogen los acuerdos de gobierno. Así que decidimos convertir las actas en una bbdd (que abrimos hoy por primera vez). Sin visualizarla, hubiera sido imposible escribir este artículo.
Los datos han irrumpido de lleno en los medios y algunos periodistas ya no entendemos otra manera de abordar la información sin visualizarla para chequearla. Los datos por sí solos, son solo datos; al tratar de explicarlos a través de imágenes nace el conocimiento. Y, una vez más, se vuelve a repetir la máxima del periodismo, sin imagen no hay noticia. Necesitamos verlo para creerlo.