La ‘black box’ de las ideas

Jun 07, 2021 por Reinhard Steger

Hoy hablamos de ese momento mágico: cuando de repente… ¡se te enciende la bombilla!

Ya lo conoces, ¿verdad? Es lo más interesante, misterioso y confuso que tiene nuestra profesión. Y cuando lo conseguimos, nos hace ver la vida mucho más fácil, nos hace sentir que poseemos el mejor trabajo del mundo y que el proyecto que tenemos entre manos se hace casi solo. ¿Ya has adivinado de lo que estamos hablando? Sí, se trata de la inspiración y de las ideas.

Imagen de Maria Marti-Vigil y Reinhard Steger

Diseñar es muy difícil cuando te faltan las ideas

Cada vez que vamos a resolver un problema de diseño se convierte en un reto del que se puede disfrutar mucho. Pero esto no es así para todo el mundo.

Para muchos diseñadores, el proceso de creación es como una “Black Box”, no saben de dónde viene la inspiración, y mucho peor, no tienen ni idea de cuándo les vendrá, y es por eso que el crear se transforma en un proceso muy agotador, inseguro y “poco sano”.

No puede ser que cuando haya que diseñar algo, el diseñador tenga que enfrentarse a un precipicio sin fondo, y que esa etapa del proyecto se alargue tanto que incluso sobrepase el “deadline”, haciendo que todo el equipo se desespere aguardando a que salga una solución.

Muchas veces, la solución que encontramos y cerramos bajo presión no es ni buena, simplemente se hace porque es mejor tener algo que no tener nada. Y esto hace que salgan malos proyectos y procesos asfixiantes.

Recuerdo que a mí también me solía causar problemas la creación de ideas. Por ejemplo, en uno de mis primeros proyectos, estaba buscando la imagen de portada de un libro de arquitectura. Había repasado el interior mil veces, estaba haciendo pruebas cada vez peores y entré en un bucle mental muy agobiante.

Entonces, se acercó el director creativo, se sentó a mi lado y empezó a hojear el libro. Al cabo de unos pocos segundos, se detuvo en una imagen y dijo: Esta es la portada, pon el título allí y funcionará. Flipé. ¿Cómo era posible que alguien resolviera el problema que había mirado durante horas en un momento?

Lo que me ocurrió con ese libro fue un problema que tienen muchos diseñadores. A veces, nos bloqueamos y somos incapaces de ver soluciones (incluso cuando las tenemos justo delante), pero como diseñadores, nuestro trabajo se basa en CREAR ideas creativas y resolver obstáculos.

Podríamos decir que nuestra materia prima son ellas. Las necesitamos cada día, a tiempo para que encajen con el proyecto y el cliente e, idealmente, para 20 proyectos a la vez.

Pero si las ideas son tan importantes en nuestro trabajo, uno podría preguntarse: ¿Por qué en la universidad no se enseña cómo crearlas?, o ¿Por qué cuando preguntamos a los mejores diseñadores de dónde vienen sus ideas, sus respuestas suelen ser evasivas? ¿No nos quieren dar su receta secreta?, ¿o no saben de dónde vienen? El asunto parece ser confuso…

Lo que sí está claro es que la falta de ideas influye en el proceso creativo de forma muy negativa. Ahora, si imagináramos tener muchas ideas, la cosa cambiaría, ¿verdad? Podríamos escoger de manera libre, combinarlas entre ellas… En pocas palabras: trabajar a gusto.

Diseñar es muy fácil cuando te sobran las ideas

Es curioso pero, a lo largo de los años, este problema se invierte. Los diseñadores seniors suelen tener más ideas de las que necesitan. ¿Qué ha pasado entre la falta de ideas que estos mismos sentían cuando empezaban y la abundancia de ideas que tienen al cabo de unos años? Si lo resumimos en una palabra sería: EXPERIENCIA.

Mientras trabajamos en proyectos, vamos aprendiendo y vamos coleccionando un repertorio de ideas y soluciones. Pero aunque la experiencia ayude, la creación de ideas también se puede entrenar. Muchos de los mejores diseñadores lo hacen de manera muy sistemática e intensa.

Stefan Sagmeister, uno de los diseñadores más creativos de nuestros tiempos, explica en una entrevista que él, cada día, antes de empezar a trabajar para sus clientes, dedica una hora al “Free Thinking”, una especie de desarrollo de ideas. Es notable que alguien tan creativo todavía dedique tiempo a entrenarse… También está claro que por eso mismo dispone de un enorme fondo de ideas y proyectos tan impresionantes.

¿Cómo generamos esta abundancia de ideas?

Hay una gran cantidad de técnicas de creatividad que pueden ayudarnos a crear ideas e inspiración. Aquí hemos resumido algunas de nuestras favoritas:

1. Juegos de Rol

Se crean cartas con personajes. Por ejemplo “mi abuela”, “el cliente”, “alguien que está en contra de todo” y “el Hipster de la tienda de café”. Cada persona del grupo coge una carta y habla desde el punto de vista del personaje que le ha tocado. Esta técnica quita la presión de un brainstorming estándar, es más divertido y da ideas inesperadas porque te fuerza a pensar desde otras perspectivas.

2. Listas

Las listas pueden ser una herramienta ideal para encontrar y sincronizar ideas. A nosotros nos gusta trabajar con dos listas. En una recopilamos las necesidades claves del briefing y, en la otra, escribimos y dibujamos ideas y conceptos que relacionamos y que nos lleven al proyecto.

Después comparamos las listas, elegimos y fusionamos aquellos aspectos del proyecto que se pueden traducir con las ideas de diseño que hemos tenido (como color, tipografía, formas, imágenes, historias, etc.). Así se encuentra una traducción directa del briefing a parámetros de diseño.

3. Técnica aleatoria

Una manera de encontrar soluciones fuera de serie es escoger una idea al azar de tu “biblioteca de ideas” y resolver el proyecto desde allí. Es una técnica que Umberto Eco usaba para escribir sus libros y encontrar ideas diferentes.

Es muy efectivo porque nuestro cerebro nos suele guiar hacia soluciones que ya conocemos y que sabemos que funcionaran. Escogiendo una idea aleatoria como punto de partida, nos ayuda a no caer en soluciones y patrones corrientes.

4. Reverse-Ideas

Para acostumbrarnos a crear ideas, podemos entrenarnos leyendo ideas existentes que vemos. Este ejercicio es ideal para aprovechar nuestros “tiempos muertos” como viajes en metro o unos minutos en una sala de espera.

Miramos los diseños que encontramos en ese espacio y nos imaginamos qué idea podría haber detrás, cuál fue el punto de partida y cuál es el sentido. Una vez entendido, podemos pensar en alternativas para mejorarla. Y así hacemos una práctica de creatividad en pocos minutos y en cualquier sitio.

¡Con ideas se trabaja mejor!

Resumiendo: el mejor trabajo creativo se hace cuando nos sentimos a gusto, felices y seguros de nosotros mismos. Con estos ingredientes, conseguiremos dejar a un lado las angustias y recibir la concentración y la inspiración.

Creemos un proceso creativo sano, agradable y sobre todo, eficiente. Las soluciones en diseño, casi siempre empiezan con ideas, y cuantas más ideas… ¡Mejor!

Reinhard Steger

Especialista en diseño editorial y corporativo, y colaborador de SHIFTA by Elisava.

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