Aguantar la respiración para encajar el feedback
Cada día nos enfrentamos a ello, tanto a nivel personal como profesional, y más con la hiperconexión a la que estamos sometidos. Como cuando un diseñador presenta su colección para la temporada siguiente o un cocinero sirve su plato estrella a un crítico, en todas las profesiones existe este momento en el que se aguanta la respiración para intuir a través del lenguaje corporal o de las palabras de su público si su creación ha triunfado o todo lo contrario.
La exposición que tenemos las personas ante la aprobación de los demás hace que lo que nos digan tenga un impacto en nuestra forma de actuar o de trabajar. Es cierto, que hay personas con más aplomo y más autoestima que pueden encajar mejor una opinión desfavorable, pero una crítica negativa deja huella, para bien o para mal.
Aquí entra saber relativizar y la resiliencia: por ejemplo, fue un rechazo el que impulsó a Pierre Cardin a la creación de una de las marcas más icónicas de la moda. Tras su paso por Dior quiso entrar en el atelier de Balenciaga, del que salió con un no rotundo, y ese varapalo fue la energía que necesitó para crear su propio proyecto y ser un referente en la industria de la moda. Y así hasta el día de hoy, que nos acaba de dejar.
¿Y si estamos en la otra parte?
Cuando somos público y damos nuestra opinión es importante ser constructivo, de lo contrario se pierde la esencia de la crítica. Aquí algunos consejos:
- Si tenemos que abordar la construcción de una crítica porque el proyecto que nos han remitido no nos acaba de convencer o el producto que nos presentan no nos gusta, es importante en primer lugar la empatía. Ser capaces de ponernos en la piel del autor para poder comprender las motivaciones que le han llevado a presentar este proyecto en concreto.
- Por otro lado, podemos profundizar y explicar los motivos por los cuales el proyecto no nos gusta o simplemente no es lo que buscamos. Explicar y detallar qué ha sido lo que no nos encaja. Ser asertivos para que sea fácil reconducirlo y adaptarlo a nuestras necesidades.
- Otra cuestión importante es la manera de trasladar nuestras opiniones. Ser siempre respetuoso por el trabajo realizado y explicar de forma razonada el motivo de nuestra disconformidad y tratando, además, de sumar. La falta de respeto o el desprecio por el esfuerzo realizado se puede interpretar como falta de profesionalidad por parte del receptor que no es capaz de argumentar de forma coherente los motivos por los cuales no le gusta el proyecto.
Otro planeta del feedback: las redes sociales
Pero donde el feedback es continuo y normalmente poco construido es en las redes sociales. El escrutinio al que cualquier usuario en estas plataformas se encuentra es brutal, cualquier imagen o cualquier comentario pueden generar una cascada de críticas acérrimas o de alabanzas, o de ambas. Entonces ya no sabes qué hacer.
Los que dominan el arte de encajar las críticas con estoicismo son los “influencers”, sabemos que dada su profesión están expuestos y es su negocio o forma de ganarse la vida: su resiliencia está en su ADN si quieren continuar. Hasta aquí estamos de acuerdo, pero eso no implica la cantidad ingente de reproches que se llevan. De hecho, en una canción se puede escuchar “Hoy que no hay duelos a muerte. Cada vez que alguien te irrite para poder desahogarnos hemos inventado Twitter” más claro imposible.
Como dice la Vecina Rubia, es imposible gustar a todo el mundo, no somos croquetas. Pero, aunque no seamos croquetas, si algo no nos gusta es mejor decirlo en positivo, quizás parece utópico, pero si somos capaces de hacerlo es posible que nuestro entorno sea algo menos hostil y dadas las circunstancias generando un poco más de tranquilidad y calidez son de agradecer.
Así que, si tenéis ganas de empezar la lista de propósitos, este puede ser uno de ellos. Aunque seguramente la flexibilidad y la gestión del cambio ya los integrasteis el pasado año, de nada sirven si no aprendemos a cuidar las palabras. Porque las palabras tienen la capacidad de conectar y, también, de envenenar. De sanar o de herir. ¿De qué lado estás?