Después de muchos años en el sector del diseño gráfico, mi trabajo actualmente se centra en la ilustración en medios de comunicación. Así pues, en este artículo, intentaré plantear algunas ideas sobre lo que representa para mí el proceso de creación de una imagen para el sector editorial.
Con esto, quiero remarcar que no es, ni pretende ser, un método que funcione a todos los ilustradores y creativos. Siendo así, la pregunta es la siguiente: ¿Cómo enfocar la conceptualización de un texto para ilustrarlo?
Lo primero que debemos tener en cuenta es, obviamente, ante qué tipo de encargo nos encontramos y la información que se nos ha facilitado para hacerlo (independientemente de los aspectos técnicos, como son las medidas, el soporte, etc.). Con esto me refiero a si tenemos el relato completo o sólo unas ideas a grandes rasgos sobre el encargo.
La experiencia me dice que ninguna de las dos opciones anteriores es mejor que otra, ya que ambas tienen sus pros y sus contras. A veces, tener poca información nos hace focalizar más en una idea concreta y por el contrario, cuantos más datos tengamos más deberemos acotar nuestra búsqueda conceptual.
Diferentes tipos de textos
Sea como sea, uno de los aspectos básicos a tener en cuenta es el siguiente: ¿qué tipo de escrito vamos a trabajar? No es lo mismo un artículo de opinión que un reportaje sobre ciencia o de tendencias.
En ambos casos, debemos saber qué tipo de imagen queremos darle al artículo, si podemos utilizar un recurso más conceptual o debe ser algo más figurativo.
Todos estos aspectos dependen de muchos factores como el propio estilo del ilustrador, las indicaciones del cliente o el tipo de texto que vayamos a ilustrar. Los de opinión, por ejemplo, suelen ser más agradecidos a la hora de representarlos, ya que los articulistas suelen dejarnos más margen a la hora de interpretar la idea principal.
Desde mi punto de vista, siempre es interesante generar un juego visual, conceptual, donde el espectador intervenga mediante su interpretación a la hora de comprender la imagen.
El fotógrafo Chema Madoz (Madrid, 1958), el diseñador Javier Jaén (Barcelona, 1983), o el ilustrador Christoph Niemann (Alemania, 1970, y del cual os recomiendo el capítulo centrado en él del documental en Netflix Abstract: The Art of Design) son algunos de los ejemplos de artistas que utilizan excelentemente los juegos visuales para transmitir ideas poco tangibles, algunas de ellas tan complicados como las emociones y sensaciones.
Por otro lado, las ilustraciones más figurativas siempre funcionan, puesto que representan algún elemento que aparece en el texto o que lo resume. Éstas imágenes nos ayudan a hacernos una idea del tema a tratar a simple vista. Muchas veces el mismo cliente es el que nos indica qué necesita o prefiere sobre estas cuestiones.
Por otro lado, no podemos obviar la cuestión de las sensibilidades. En mi experiencia como ilustradora, es uno de los aspectos más complejos a tener en cuenta, tanto por parte del cliente como del lector (cuestiones de género, políticas, sociales, etc.).
Hay que entender que la imagen que crearemos no siempre será del gusto de todo el mundo, y a veces incluso pueden ser objeto de interpretaciones que no prevemos. Este es uno de los aspectos que, al principio de ejercer, me costó más aceptar, más aún cuando trabajas para medios de comunicación, donde los contenidos suelen ser sensibles, y el público que alcanza muy amplio.
Entonces ¿la imagen funciona independientemente del texto? Debemos conseguir que así sea. Si conseguimos que la imagen sea atractiva y a primera vista nos invite a seguir leyendo, será nuestro pequeño éxito. Cuando generamos un juego visual, incitamos al espectador a entrar en él, ya sea leyendo el artículo o deteniéndose más en la imagen.
Ilustraciones como opinión
Tanto en el sector de los medios editoriales como en la publicidad (ya sea institucional o corporativa), debemos plantear nuestras imágenes también de otro modo. Debe hablar por sí misma. Es decir, hemos de ser conscientes que es muy posible que nuestra opinión quede plasmada en la creación.
Voy a hacer un inciso en este apartado para aclarar una cuestión: la mayoría de ilustradores que conozco, y entre los que me incluyo, tienen líneas rojas. Quizá es un aspecto personal, pero creo que es muy importante establecer nuestros límites en cuanto a cuestiones éticas y morales se trata, para ser coherentes con nosotros mismos y nuestra profesión, cosa que también es aplicable a otros sectores.
Siendo así, conseguiremos disfrutar de nuestro trabajo y sentirnos a gusto con el producto final. Además, seguro que el producto final es mucho mejor si esto se cumple.
Buscando la imagen
Una vez tenemos el texto o la idea a ilustrar, hay dos métodos que me funcionan: el brain storming como todos conocemos y, en el caso del collage, un brain storming más acotado.
Si dibujamos, el brain storming es ideal, ya que escogeremos nuestra mejor opción entre todas las ideas planteadas. Para esta lluvia de ideas, es muy importante analizar bien el texto, y no quedarnos con la primera imagen que nos venga a la cabeza.
Está bien recurrir a los lugares comunes y al imaginario colectivo y de esta manera asegurarnos que llegamos al lector de un modo más directo. Aun así, otra opción es hacer una lista con elementos que nos resultan importantes y a partir de ellos buscar metáforas y juegos no tan evidentes.
Elementos como la cultura popular, la mitología, o las frases hechas, nos serán muy útiles si encontramos el concepto exacto que se nos adapte a cada caso.
En el caso del collage, el proceso que yo utilizo más (y me funciona), es el inverso. Puesto que trabajaré con imágenes, normalmente fotografías ya existentes, suelo rebuscar entre los elementos que tengo a mi disposición, como bancos de imágenes y archivo propio, en busca de ideas y, a partir de ahí, empiezo a aventurarme.
Es cierto que en este proceso también utilizo la lluvia de ideas y los juegos de metáforas para generar las ilustraciones, pero acoto su búsqueda al material del que dispongo, ya que es fácil obcecarse con una idea y luego no encontrar la imagen adecuada para representarla. En mi caso, como trabajo sobre todo con juegos visuales, este proceso me vale porque no necesito ser tan figurativa en el mensaje.
Los tópicos nos pueden ser útiles en momentos de bloqueo. ¡No siempre podemos tener la mente súper creativa! Y si vamos a utilizarlos, debemos intentar ir un paso más allá, y aportarles un toque diferencial.
Al fin y al cabo, ilustradores y diseñadores somos como una especie de sastres para nuestros clientes: debemos vestirles con imágenes o grafismos para sus artículos o campañas sin olvidar que nadie viste con algo que no le favorezca o le haga parecer quien no es; sin embargo, debemos mantener nuestro estilo en el traje, intentando que desmarque del resto. Fácil ¿verdad?